Critica de EL JUGADOR

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Como en muchas otras obras de Fiodor M. Dostoiveski, en El jugador (Alianza Editorial) nos encontramos con un personaje contradictorio, de talante impetuoso y acosado por una pasión que le sume en la desesperación. En este caso, esa pasión es doble: por una parte, como se puede inferir por el título del libro, está el juego; por otra, el amor. El maestro ruso esboza en esta novela corta un retrato de un hombre hundido, moralmente inestable e incapaz de hacer frente a su funesto destino por la debilidad de carácter; un hombre bondadoso, pero cobarde en lo que se refiere a madurez psicológica. 


Una vez más, Dostoievski construye un personaje atormentado y frágil, poseedor de unas virtudes nobles que, sin embargo, no son suficiente para dotarle de humanidad. El “alma rusa”, como el narrador intuye, está abocada al caos, pese a tener un fondo de genio insoslayable. El jugador es una breve muestra del mejor Dostoievski y de sus inmortales creaciones; pocas veces se habrá reflejado al ser humano con más saña y con más discernimiento. Imprescindible. 

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